Axel

Axel

jueves, 3 de junio de 2010

REVISTA PM _ AXEL

A los cinco años empezó a estudiar piano, y guitarra a los siete.
Comenzó a tocar en público con edad de secundaria, y los inicios de su carrera profesional ameritaron remar con mucha fuerza, porque en el ambiente artístico, y contradiciendo muchas fábulas, nadie regala nada.
La típica historia del pibe de barrio que llena estadios en todo el continente.

Entrevista: Marcelo F. León · Fotografías: Nieves Yanarello
Nació en Rafael Calzada, y sigue viviendo, desde hace años, en Adrogué. Y aunque ya se acostumbró a parar para algún saludo o una foto con un celular, sigue saliendo en bicicleta todos los días. Como siempre. Y el detalle viene al caso, cuando afirma: “los momentos de popularidad no me han cambiado nada. El reconocimiento de la gente lo tomo de un modo normal, y lo atesoro como muestra de afecto, pero sin creérmela, porque hoy puedo estar y mañana no”. Axel, a secas, enfatiza en lo simple que puede ser llevar, a pesar del ritmo de las giras, las notas, las grabaciones y los ensayos, una vida simple.

-¿Cómo vivís cada paso de tu carrera?
- Feliz, y con calma. Como una etapa más de mi vida con la música. Siempre pude vivirlo como una forma de expresión de lo más natural. Entonces, poder disfrutar de esta carrera, de llegar a lugares a donde nuestra música llegó primero es algo que vivo con tranquilidad, con mucha alegría y disciplinado, consciente de cada paso.

- ¿Alguna vez sentiste que el éxito podía llegar a marearte?
- Nunca, y espero que nunca me pase. La verdad es que me sorprende que alguien pueda tener un poco de reconocimiento por lo que hace y eso le haga cambiar su esencia, es más difícil que cambiar de nombre. Doy imagen de familiero, y lo soy. Soy muy apasionado de las cosas que me gustan por eso me cuido. Incluso cuando me toca entrar en un partido de fútbol entre amigos hago precalentamiento. No me pierdo de nada de lo que me divierte, pero cuido un equilibrio. Nunca me puse en pedo, no fumo, no uso drogas, soy vegetariano. Es una elección de vida que preservo.

-¿Qué hace que te aferres al barrio donde creciste?
-El amor que tengo por esos lugares, mis amigos, mi familia, los olores, la plaza. Si lo conocés no podés desacostumbrarte.



:: EL ALBUM DE AXEL

-¿Para quién fue tu primera canción?
- Lo primero que compuse fue a los ocho años, y era sólo música. Se la mostré a la profesora del conservatorio Julián Aguirre, Ana Stapaglia, y me felicitó y me incentivó a seguir componiendo. Ya con letra fue a los 15 años, las primeras cartas de amor, a las que después se les puso música. Las primeras canciones nacieron de la mano de las primeras musas de la adolescencia.

-¿Cuánto aportaba al factor musical en esas primeras conquistas?
- ¡Un montón! (Risas). Me acuerdo que cuando entré nuevo al secundario no conocía a nadie. Yo llegaba del Colegio Alfa de Adrogué al Estrada de Rafael Calzada, y el grupo ya estaba formado por un montón de pibes que se conocían de toda la primaria. Era sapo de otro pozo por completo. Con los compañeros nuevos, que por cierto hoy muchos de ellos son mis amigos entrañables, empecé sumándome en los partidos de fútbol, pero poco más. Hasta que un día en una clase de catequesis, tuvimos n rato libre. La clase era en el salón de actos y había un piano, y yo dije que tocaba. Me puse a tocar Let it be, y todos se engancharon. Y sí, a las chicas eso del piano les llamaba la atención… (Risas).

- Entonces tenías que jugar muy bien a la pelota para no ponerte a los varones en contra…
- Pero no era tan bueno. Mis amigos jugaban mejor que yo. Tengo un grupo de amigos que sigue hasta el día de hoy, son muy buena gente.


:: MÉTODOS DE SUPERVIVENCIA

La industria de la música impone tendencias, como en todo negocio que se mueve por el impacto de las modas. En ese marco, Axel se las ingenia para tratar que cada disco sea una oportunidad para la búsqueda de nuevos sonidos y climas. “Siempre quiero sorprender a la gente y de sorprenderme a mi mismo. Siempre busco ése salto en calidad en composición, en el audio en los arreglos, de la manera de cantar. Cada aporte nuevo me parece un paso adelante. Creo que es importante estimular la capacidad de asombro. El público es cariñoso y no es tonto.”

La irrupción de Axel comenzó a paso constante y su catapultó de la mano de los primeros hits de alta rotación en las radios y en la televisión (Amo, Tu amor por siempre) hasta alcanzar picos de masividad como Celebra la vida, que se ganó el particular privilegio de volverse el soundtrack de momentos de archivo, desde actos de egresados hasta nacimientos, y claro, se graba de inmediato en la memoria. Y antes que alguien amague, él sale a defender sus canciones con apego incondicional: “no hago canciones para vender más discos. Si salen a la luz, es porque me gustan. Estoy solo en casa y las toco al piano, porque realmente las disfruto.”

- ¿Estás pendiente de la música que hacen tus colegas?
- Depende. Hay artistas a quienes admiro y respeto y espero cada lanzamiento. Si Diego Torres presenta algo nuevo sí estoy pendiente, porque me gusta lo que hace, siempre apuesta al crecimiento con cada cosa nueva, al igual que Alejandro Sanz. Si sale un disco de Fito, también lo busco de inmediato. Páez ya es clásico, y me encanta.

- ¿Qué escuchás por placer que no se haya traducido en tus discos?
- Escucho bastante música hindú y definitivamente no hay rastros en mis canciones. Escucho mayormente música clásica, y trato de que sí está presente, ya sea en las armonías o en los arreglos instrumentales.

- ¿Todas las cosas que componés van a parar a tu repertorio?
- Compuse muchas cosas folklóricas, y no me pareció adecuarlas a la línea de mis discos, salvo un tema: Celebra la vida. Esa canción nació como un huaino, pero tiene un carácter hímnico, por lo que al arreglarla en un formato más pop no perdió nada de su esencia. Esa acumulación de canciones fue un factor más que me animó a encarar la faceta de productor. Actualmente estoy trabajando junto a Juanjo Novaria (N. de R.: co autor de varias canciones de Axel, entre ellas Amo) en el primer disco de Santiago, un artista nuevo que muy pronto el público va a conocer.


LO PRIMERO ES…

- ¿Cuánto significó haber subido al escenario de Cosquín junto a tu papá?
- Uh, qué noche esa… (Risas) Ya había subido con él en el Luna Park, pero lo de Cosquín fue especial. Mi papá compuso conmigo Miradas (del disco Amo) y Ecos del silencio, la canción con la que abrí el concierto en Ferro de la gira última. Mi papá escribe muy bien, y a él le debo mi vocación de músico. Si bien nació en Bélgica, él ama el folklore. En vísperas del festival recibí el llamado de la Sole, que es una gran amiga, invitándome a subir a tocar con ella. Faltando una semana le devolví el llamado. Para ese entonces yo ya estaba mi casa de Córdoba, y le conté que andaba guitarreando con mi viejo, y no hizo falta decir más. ‘¿estás con tu papá? ¡Vengan a tocar los dos!’ Y así fue, nomás. Y es el día de hoy que mi viejo parafrasea el slogan de la tarjeta de crédito, y me dice “hay cosas que el dinero no puede comprar, como subirse a Cosquín”. Era un sueño para él, subir ahí y cantar. Fue verdaderamente emocionante.

-¿Quién es el más fanático en tu familia?
-Mi primo Nicolás. Desde chiquitos, teníamos seis, siete años, llegaba a mi casa y me decía “vamos al piano. Tocá tal o cual canción…” Es muy amante de la música, me ayuda a descubrir. Conocí los discos de Regina Spektor por él. Hasta el día de hoy llega a casa y me pide que toque canciones al piano. Mi mamá también, obvio.

-¿De chico te imaginabas a esta altura y con este reconocimiento del público?
- No sé si de esta manera, pero me veía viviendo de la música y sacando discos, pero sabía que era posible, tenía la certeza de que iba a pasar en algún momento.

- ¿En qué momento dijiste ‘yo puedo vivir de la música’?
- Estaba con mi abuela paterna, en la cocina de su casa. Yo tendría doce o trece años, recién empezaba a tocar en los bares y tenía conflictos con mi viejo, porque me preguntaban qué quería ser de grande, y yo decía “músico”. Entonces mi abuela me encaró y me preguntó: “¿de verdad querés ser músico?” Le contesté: “Oma, -que es el modo cariñoso en el que la llamamos- yo siento que cuando toco una canción a la gente le gusta, lo puedo ver”. Estaba muy convencido.

-¿Como te ves en veinte años?
- En veinte años…

-Podrías ser abuelo…
-Tranquilamente, mi hija tendría veinte, porque acaba de nacer hace un mes y medio. En ese sentido, no sé cómo sería. Sí me imagino haciendo música, porque la música es parte de mi vida, y va a ser parte siempre. Es así: yo soy música. Me veo en una casa que tengo en el campo, que es donde más me gusta estar, ahí tengo mis frutales, mi huerta, vida natural, tranquila, creo que estaría ahí con mi familia. Ojalá con muchos hijos, sin duda feliz.

- Por último, a riesgo de agrandar el mito o pinchar el globo ¿Te considerás un buen tipo?
- (Risas) Soy normal. Vivimos en un mundo tan viciado, tan violento, tan agresivo, que entonces una persona que es más o menos normal se destaca del resto. La media está tan mal que de verdad parezco un buen tipo.

- ¿Qué se lleva la gente de tu show en vivo?
- Hay un factor común que noto en todos los shows, tanto en el país como en el extranjero, y es que la gente sale más feliz, más liviana. El concierto es todo para adelante, pura alegría. Es como el living de mi casa, falta el mate nada más para que termine siendo eso. Y se plasma lo que vivimos cuando hacemos las giras, que son el resultado de un gran trabajo en equipo.
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